МИНИСТЕРСТВО ОБРАЗОВАНИЯ И НАУКИ РФ
ФЕДЕРАЛЬНОЕ ГОСУДАРСТВЕННОЕ БЮДЖЕТНОЕ ОБРАЗОВАТЕЛЬНОЕ
УЧРЕЖДЕНИЕ
ВЫСШЕГО ПРОФЕССИОНАЛЬНОГО ОБРАЗОВАНИЯ
«ВОРОНЕЖСКИЙ ГОСУДАРСТВЕННЫЙ
УНИВЕРСИТЕТ»
COMPRENDER Y COMENTAR UN TEXTO.
УЧЕБНОЕ ПОСОБИЕ ПО АНАЛИТИЧЕСКОМУ
ЧТЕНИЮ НА ИСПАНСКОМ ЯЗЫКЕ
Учебное пособие для ВУЗов
Составители:
Филиппова Т.Н.
Лопатина К.В.
2015
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1.1 ¿Qué es un texto?
El texto es la unidad lingüística más amplia con sentido completo.
Se considera un texto a cualquier acto comunicativo lingüístico, tanto oral como
escrito, sin importar la cantidad de palabras o frases que contenga, siempre que su
sentido sea completo y unitario. Para que se cumpla este requisito, el conjunto ha de
tener un tema, una intención por parte del que comunica y una estructura que lo
cohesione.
1.2 Las partes y la cohesión de un texto
La mayoría de los textos escritos se organizan en párrafos. Los párrafos están
construidos generalmente a partir de una idea principal, alrededor de la cual hay unos
márgenes: desarrollo, contraste, comparación, ejemplos, etc., y unos elementos de
unión llamados conectores que relacionan unas frases con otras y unos párrafos con
otros.
1.3. Texto oral y texto escrito
Las principales diferencias entre el texto oral y el escrito derivan de la distinta
materialidad transmisora y de la situación. En la comunicación oral el transmisor es
el aparato fonador del hablante, que transforma lo que éste quiere decir en ondas
sonoras, que el receptor percibe por el oído. La escritura requiere un medio
transmisor sólido, generalmente papel, y es percibida por la vista. El tono, grave o
agudo, la entonación (la curva melódica) y el timbre, que nos permite identificar las
distintas voces, no están presentes en la escritura. Por escrito, en cambio, podemos
resolver con claridad ciertas ambigüedades de la secuencia fónica; por ejemplo, la
que hay entre las alas y las salas.
En cuanto a la situación, en el lenguaje oral la comunicación es casi inmediata,
espacial y temporalmente, salvo en los medios a distancia como el teléfono y las
grabaciones. En el escrito, pueden transcurrir siglos entre emisor y receptor y ambos
carecen de la información que se deduce del compartir lo que se ve y se oye en
común, es decir, la situación.
Comunicarse es mucho más que cifrar y descifrar las secuencias lingüísticas. Hemos
de deducir y relacionar constantemente las palabras y frases, no sólo con su contexto,
sino con la situación, entendida como circunstancia de espacio y tiempo y como
conocimiento mutuo y del mundo. En el diálogo más simple hay muchos aspectos del
mensaje que se deducen del contexto, que se señalan con un gesto o que se suponen.
En la comunicación oral, el grado de inferencia es mucho más alto que en la escrita.
Otra particularidad de la oralidad es la menor cantidad de conectores, muchos de
ellos tonales. Un texto escrito, en cambio, suele hacer explícitos estos conectores. En
resumen, podemos decir que el lenguaje escrito es más formal, tiene estructuras más
rígidas y ha dado lugar a varios modelos más o menos estandarizados; mientras que
el oral tiende a romper las barreras con el oyente y a crear una mayor complicidad,
mediante el uso de coloquialismos, muletillas, interpelaciones, etc.
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■ Por la forma
Los textos presentan disposiciones muy distintas, según intervengan dos o más
interlocutores, diálogo, o bien se trate de un monólogo, es decir, se represente o esté
implícita una sola voz. El diálogo puede darse de manera más o menos formalizada
en formas como la entrevista y el debate. Pero el más corriente es el diálogo informal,
como el coloquio familiar, el amistoso, o el que se da, por ejemplo, entre un vendedor
y su cliente. Un diálogo informal o conversación puede tener lugar tanto en la vida
real como en la ficción, generalmente formando parte de un texto más amplio,
cuento, relato o novela. El género dialogado por excelencia es el dramático, propio
del teatro.
Por la intención
En cuanto a los monólogos, se clasifican dependiendo de si la intención del hablante
o del escribiente es relatar acontecimientos, narración, dar cuenta de un estado de
cosas, exposición, o dialogar con uno mismo.
En el texto narrativo el factor temporal es decisivo: la voz narradora puede ordenar
los acontecimientos cronológicamente, dando grandes saltos temporales, iniciando el
relato por los acontecimientos finales, dilatando el ritmo temporal o comprimiéndolo,
por poner algunos ejemplos. En el texto expositivo, sin embargo, casi se prescinde del
factor temporal porque lo que importa ya no son los acontecimientos sino el dar a
conocer un fenómeno, del tipo que sea. Si se recurre al pasado es para informar de
ideas, teorías, experimentos, etc., de otro tiempo, pero no de sucesos.
Por la presencia de iconos
Se llaman textos icónico-lingüisticos aquellos que combinan la imagen y la palabra
impresas. Cuando la combinación de imagen y palabra se basa en sistemas de
transmisión oral hablamos de textos audiovisuales; por ejemplo el teatro y la
televisión.
Por el contenido
También puede atenderse a su contenido para dividir los textos en los periodísticos,
publicitarios, científico-tecnológicos, humanísticos, jurídico-administrativos y
literarios.
La argumentación y la descripción
La argumentación responde a la intención de demostrar algo, defender unas ideas
determinadas, rebatir otras... Hacer patentes las relaciones de causa-efecto es
especialmente importante en estos textos. La descripción consiste en dar cuenta de
algo prescindiendo del factor temporal, pero se limita a aislar un objeto, un paisaje o
una persona y a mostrar sus rasgos físicos o psíquicos. Se llama descripción
topográfica si es sobre un lugar, objetual si es sobre objetos, retrato cuando es sobre
personas y etopeya sobre caracteres psíquicos y morales.
2. El método y sus fases
Distinción entre análisis y comentario
Hay que decir que aunque son términos utilizados en algunas ocasiones como
sinónimos, no designan exactamente la misma operación. El análisis debe consistir en
un trabajo de disección previo al comentario. Una vez examinados y entendidos los
diferentes elementos textuales de manera metódica, podremos abordar el comentario,
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no antes. El comentario, finalmente, es otro texto, resultado de un esfuerzo de
comprensión minuciosa, en el que se expone de manera ordenada lo más relevante de
nuestras investigaciones anteriores.
2.1 Recomendaciones iniciales
Antes de empezar a comentar un texto es necesario haberlo entendido por comleto.
No podremos explicar nunca de manera satisfactoria aquello que no hayamos
comprendido previamente. Esto, en la práctica, puede obligarnos a tener que leerlo
con detenimiento varias veces, hasta asimilarlo bien.
No debemos pasar por alto palabras, conceptos o referencias culturales - el nombre de
un personaje histórico, una alusión a una obra artística o a un descubrimiento
científico, etc. En esta primera aproximación al texto hemos de trabajar con material
auxiliar como diccionarios, enciclopedias, apuntes de clase o manuales.
Después de leerlo atentamente, de subrayar las ideas principales y resolver todas las
dudas, estaremos en condiciones de aplicar el método de análisis y comentario.
2.2 Localización del texto
Localizar un texto consiste en situarlo adecuadamente en su momento histórico, en su
entorno cultural y en el lugar que ocupa dentro de la obra de su autor. Aunque antes
de poner en relación el texto con su época deberemos aclarar primero si se trata de un
fragmento o de una obra completa. Sea como fuere -texto completo o fragmentario-,
la información que podamos reunir para conocer su marco histórico y cultural se
convertirá en una ayuda muy valiosa.
A menudo, las pistas necesarias para su localización vienen facilitadas al pie del
propio escrito; pero no siempre, por lo que se habrá de recurrir a veces al examen de
elementos textuales como indicios de época: algún rasgo de estilo, las formas
lingüísticas, por ejemplo, en un documento medieval, o cualquier alusión histórica o
cultural.
¿Cuáles son los datos mínimos pertinentes?
Alguna referencia biográfica determinante para la comprensión del texto
comentado.
Una mínima caracterización de la corriente artística o ideológica en que se
inscribe el autor.
Un brevísimo marco histórico y social de la época.
2.3 Clasificación del texto y determinación de las funciones que presenta
Géneros básicos
La enorme abundancia y variedad de los escritos llevó a los preceptistas de la
antigüedad grecolatina a buscar un método que facilitara su estudio. Clasificaron las
obras por grupos con arreglo a determinadas características comunes relativas a su
forma, a su contenido y a su finalidad. Surgieron así los seis géneros literarios
básicos:épica, lírica, dramática, oratoria, historia y didáctica. Con el tiempo, estos
géneros han ido diversificándose y dando origen a numerosos subgéneros: la novela y
el cuento, por ejemplo, serían derivaciones de la antigua épica.
Esta clasificación, por un lado, puede parecer demasiado imprecisa y, por otro, resulta
que no todos los textos se dejan clasificar con facilidad. Por eso, lo mejor para
delimitarlo será atender a varios criterios para su clasificación, no sólo al genérico.
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Forma, intención y contenido
El propósito con que ha sido escrito un texto, el modo de expresión empleado y su
contenido nos ofrecen tres puntos de vista posibles para su clasificación. Estos tres
elementos son, de hecho, los mismos que fundamentan la clasificación por géneros,
pero desglosados uno a uno.
Nuestra tarea delimitadora puede continuar con la aplicación de otro criterio que
brinda la teoría de las funciones de la comunicación.
■ Determinación de funciones
La función primaria de la lengua es, como se sabe, la de comunicar: transmitir
información por medio de mensajes. Pero en todo acto comunicativo se prioriza
alguno de los diferentes elementos participantes. Según el elemento destacado,
tendremos una u otra de las diferentes funciones secundarias de la lengua: referencial,
expresiva, apelativa, fática, poética y metalingüística. Cada una de estas funciones
alcanza su máxima expresión en un determinado tipo de textos, aunque lo más común
es que aparezcan usadas varias a la vez y que no siempre sea posible separarlas con
rotundidad.
La función referencial
Domina en los textos informativos, en los que el autor quiere comunicar algo
objetivamente (la noticia periodística, el tratado de divulgación científica, etc.), pero
también en los narrativos o descriptivos, en que se presentan hechos y circunstancias
imaginarios con fidelidad documental.
La función expresiva o emotiva
Destaca en las obras de tipo lírico, en las que el autor descarga sus sentimientos (un
poema, un diario íntimo, una autobiografía, una carta a un ser querido, son sólo
algunos ejemplos), pero también puede aparecer en una crónica periodística, un
ensayo, una instancia administrativa...
La función apelativa o conativa
Aparece en los textos publicitarios, en las proclamas políticas que apelan a la
conciencia del ciudadano pidiéndole su participación en algún acto, en los prólogos
de aquellas obras en que se reclama la atención del que lee, etc.
La función fática o de contacto
La encontramos, a veces, en los diálogos teatrales y novelísticos, en las secciones
fijas de los periódicos, de rápida localización para el lector habitual, y en todos
aquellos mensajes orales o escritos en que se hace hincapié en la necesidad de seguir
manteniendo contacto con el destinatario.
La función poética o estética
No es exclusiva de la poesía ni de la literatura; la podemos encontrar también en la
publicidad, en los textos jurídicos que emplean estructuras anafóricas, en los ensayos
científicos que presentan un cierto nivel de exigencia estilística, y en general en todos
los escritos en que aparezcan repeticiones o recurrencias fonéticas, morfológicas,
sintácticas y semánticas.
La función metalingüística
Es propia de los diccionarios, las gramáticas, los libros de formulación química, los
diálogos en que se aclara el significado de una palabra usada por alguno de los
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